Basura y reciclaje, buscando el verde perfecto.

“Al principio, yo soñaba con la basura”. Fue el comentario de un vecino de Hernani a un medio de comunicación. Estaba visiblemente agobiado con el nuevo sistema de recogida de basura, el “puerta a puerta”, implantado por el Ayuntamiento. “Fue tan drástico el cambio de hábitos y la exigencia de hacerlo bien, que todo giraba alrededor de la basura”.

El que alguna vez haya pasado por un vertedero o una planta de reciclaje, seguramente habrá pensado como este vecino. Y es que la basura, unida, da miedo. No sólo genera repugnancia, sino que construye un paisaje apocalíptico, de humanidad devastada. 

A los medios les encanta informar sobre la basura en cifras progresivas con las que uno se va sintiendo culpable: “Cada español genera una media de 1,6 Kg. de basura al día; lo que significa que en un año generamos más de media tonelada por persona; que a lo largo de nuestras vidas se convertirá en…”.  

El hecho es que los vertederos empiezan a estar saturados y las incineradoras son la solución menos ecológica por los gases tóxicos que emanan. Así que en Europa, y por tanto en España, algunas autoridades discuten y ponen en marcha distintas opciones de recogida y gestión de residuos sólidos. Se supone que buscan el camino más verde y más económico, y cualquiera de ellos pasa por la colaboración y una mayor conciencia por parte de los ciudadanos.

En general, el sistema es el de los cuatro contenedores: amarillo para envases; verde para vidrio; azul para papel y cartón y el contenedor “normal” de orgánicos y restos. Los contenedores pueden estar en la superficie o subterráneos. Con este sistema se calcula, por ejemplo, que se ha alcanzado un reciclaje del 84% del papel y cartón, o del 71% de los envases metálicos, que se tiran a la basura. (Datos Ecoembes Sevilla).
En muchos municipios de Cataluña y el País Vasco han añadido un quinto contenedor, el de la materia estrictamente orgánica. Y, como el caso de Hernani y el resto de la provincia de Guipúzcoa, están empezando a organizar también la recogida por días y tipos de deshechos.

Además, en Hernani no hay contenedores comunes. Cada vecino tiene el espacio para su bolsita, y un revisor de residuos comprueba que la separación se ha hecho correctamente. Si la separación de residuos no es acertada, hay posibles multas, de ahí el estrés de nuestro vecino, que llegó a soñar con la basura.

El sistema adoptado en Alemania, por ejemplo, es otro. Allí, los consumidores pagan un plus en los precios de determinados productos. Por ejemplo, un teta-brik de zumo cuesta 0,10 € más de lo normal. Una vez bebido el zumo, el ciudadano lo lleva a un contenedor "automático" que le devuelve esta pequeña cantidad de dinero al insertar el envase vacío. Es decir, apelan al bolsillo ante la posible falta de conciencia ecológica. Y en el peor de los casos, el consumidor se pensará dos veces pagar más por un producto que realmente no necesite o pueda comprar a granel.

El debate, así como la basura, está servido. Y si hay algo en lo que los pensadores de residuos coinciden, es en que la primera medida debe ser generar menos desechos. No hay nada más verde que consumir con cabeza.