Acabo de llegar de otro estupendo día de “bicicletear” por
la ciudad de Sevilla. El servicio público de bicicletas y el carril-bici por
algunas zonas urbanas así lo permiten. Aunque aconsejo no practicar esta
actividad durante la Semana Santa o en pleno agosto, en general, es bastante agradable,
económica y saludable.
En esta ocasión decidimos recorrer el Paseo de la Palmera
hasta el puente de San Telmo, tomar una inevitable cervecita en la Calle Betis,
junto al río, y continuar por el carril que atraviesa la Isla de la Cartuja. La
excusa de tomar esta ruta eran las actividades que se estaban celebrando en el
antiguo recinto de la Expo 92 por el 20 aniversario de la misma. Pero, como
todos los sábados y domingos del año, las calles de la Expo estaban
placenteramente desiertas.
El tema de la repercusión que tuvo, y sigue teniendo, la
Exposición Universal de 1992 para Sevilla, y para Andalucía en general, es
bastante recurrente en las charlas ligeras de la capital. Sin contar con el
sentido estético, las valoraciones económicas y urbanísticas arrojan luces y sombras:
- Que si supuso el desarrollo en carreteras,
puentes y ferrocarriles de Sevilla y Andalucía, PERO que en Sevilla ya se
han quedado cortas y en la Comunidad sólo afectaron a las provincias occidentales.
- Que si actualmente ya conforma un pequeño parque
empresarial con algunas empresas vanguardistas y organismos de investigación
puntera, PERO que la inversión aun no se ha visto compensada en crecimiento y
empleo.
- Que tiene la Facultad de Comunicación y la
Escuela de Ingeniería; zonas verdes, instalaciones deportivas y sedes
culturales, PERO están dispersas, sigue siendo un espacio infrautilizado y por
la noche es como un solitario y lúgubre polígono.
Como dice María del Pópulo, profesora de la Universidad de
Sevilla que realizó su tesis doctoral sobre el tema, “la Expo acabó y a la población le costó asumir que tras ese plan de inversiones sólo quedaba lo que sus ciudadanos supiéramos hacer”.
Pero ya sabemos que aquí cuesta hacer alianzas honestas
entre instituciones, empresas y sociedad civil. Y me consta que algunas de las
cosas que funcionan en la Isla de la Cartuja son resultado del esfuerzo de las
asociaciones de vecinos. Así que he llegado a la triste conclusión de que los
ciudadanos no viven el antiguo recinto de la Expo porque es una zona de calles desnudas, desnudas de
comercios, donde no se puede consumir. Porque como dice Aleix Saló “por ahora, la
huella más importante que hemos dejado como generación es como consumidores”.
Es para lo único que nos han educado.
Así que me quedo con el uso que le doy como habitante tantos
sábados y domingos, visitando las exposiciones del Centro de Arte Contemporáneo
en el Monasterio de la Cartuja (con horarios gratuitos); andando bajo las
sombras frescas del Jardín Americano; haciendo un pic-nic en el Parque del
Alamillo o apuntándome a las actividades de la Fundación Tres Culturas, en el
antiguo pabellón de Marruecos.
Se lee como tú hablas. Es decir, rápido y conciso, ameno e interesante. Pero hay un "pero", la ortografía. Las nuevas normas ortográficas están haciendo mucho daño a los que aprendimos a leer hace mucho tiempo. Por ejemplo: "sólo", ahora es "solo"; "aun", si es sinónimo de "todavía" va sin acento. Eso me ha llamado la atención porque me trae de cabeza en mis prácticas. Espero que te sirvan estos consejos (no te enfades conmigo). Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias por la corrección Dugall! No te sientas mal porque lo agradezco muchísimo. Escribir correctamente es lo mínimo. Y la amenidad para mi también es importante. Ves cómo sabes ser corrector profesional? Un abrazo!
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