jueves, 20 de marzo de 2014

La manipulación mediática como acuerdo social

He seguido dándole vueltas al tema del falso documental de Jordi Évole estas semanas. Por un lado, porque se ha seguido escribiendo en la red sobre ello, y por otro, porque me encuentro sus diferentes contenidos y enfoques a diario: el sistema, el poder, la manipulación de los medios…


No sé si finalmente su emisión ha tenido repercusión en la credibilidad del programa o en su audiencia, pero sigo viendo positivo el debate y la reflexión que ha generado. Parece que desde el punto de vista audiovisual fue bastante impecable, que al principio todos estábamos ojipláticos, pero más o menos pasada la mitad, la mayoría nos olimos algo raro. Fue un buen momento para recordar el ensayo de Javier Cercas Anatomía de un instante y aferrarse a él.  

Algunos de los post más críticos que he leído acusan a Évole de ególatra o recuerdan que La Sexta pertenece al imperio mediático de tendencia conservadora A3 Media, y que nada en pro del derecho a la información o del sentido crítico puede salir de ahí.

Con respecto a la imagen del Rey se pasó por varios estados: desde el “ya sabía yo que Juan Carlos no era trigo limpio”, el “no podía ser verdad, el Rey fue clave para evitar el golpe, hasta la tesis de que están allanando el camino para el futuro traspaso del cetro al príncipe. Algunos de estos post señalan precisamente que Salvados está vendido a su cadena y que no hizo más que apuntalar nuestro sistema político defectuoso, heredado de la Transición, para que, con su disfraz de programa combativo, los cambios nos lleven a que todo siga igual.    

Estoy de acuerdo con la interpretación de que, al no estarbien rematado el final del falso documental, nos arriesgamos a que haya calado más el mensaje de que es imposible informarse bien que el hecho de que todavía no sean públicos todos los documentos acerca del 23F. Puede reforzarse la idea de que es imposible saber la verdad, que la infoxicación nos lo impide. Así, nos aferraríamos más a lo que siempre nos han contado, a lo que ya sabemos, y punto.   

La típica frase de “todos los medios son iguales, es imposible saber la verdad”, sólo pone en evidencia la dificultad de encontrar información de calidad (por exceso, no porque no haya). Nos terminamos creyendo que, efectivamente, no podemos formarnos un sentido crítico y aplicarlo, cuando no es cierto.

Que los medios manipulan a la población, es decir, que influyen en la manera de pensar y en el qué pensamos, es cierto. Pero no sólo de manera malintencionada. Los medios son precisamente eso, mediadores de los hechos, y por tanto siempre nos interpretan lo que ocurre. No se trata de objetividad e imparcialidad, sino de honestidad y ética periodística.

Por otra parte, es cierto que A3 Media es una gran empresa mediática que nos envía los mismos mensajes por muchos canales y medios de información. Casi todas las grandes emisoras de radio, canales de TV o medios impresos a nivel mundial pertenecen a unos pocos conglomerados empresariales. Así, es difícil escapar a un determinado tipo de mensaje que es bastante homogéneo. A la ideología mayoritaria en la estructura social y económica le resulta fácil multiplicarse y retroalimentarse. Hace rebotar en el público sus ideas para que las reforcemos.

Es una realidad en el análisis del discurso periodístico que cada lector o televidente busca la información que más se acerca sus creencias o certezas construidas socialmente. De manera que, la manipulación mediática, termina siendo un acuerdo social en el que cada uno decide cuánto quiere esforzarse por saber y en qué temas le merece la pena profundizar. Qué cosas le compensa asumir como tales y por cuales prefiere luchar y tener la oportunidad de intentar cambiar.

Puede que Salvados sólo sea una pieza más del engranaje mediático dominante. La voz discordante que las propias estructuras de poder permiten para que el público piense que sigue teniendo espacios de libertad pero que, en realidad, tiene pocas posibilidades de provocar un cambio. El herético de Ramón Reig. Pero también puede que dependa de cada uno aprovechar las grietas del discurso dominante y ver un poco más allá. 

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